"Saquen una hoja". La maestra entra a la clase sin saludar, sólo pronuncia esas tres palabras. Los alumnos se miran entre sí desconcertados, se cuchichean "¿había prueba hoy?", algunos se quejan por lo bajo, otros -resignados- acatan la orden al instante. ¿Quién no está familiarizado con esta situación y con el revuelto en la panza que esa frase genera? Creo que "saquen una hoja" es la expresión que mejor representa a la escuela moderna: una institución donde el maestro ejerce el rol de centralizador del poder y el saber. Donde el alumno no tiene otra opción que intentar "iluminarse" alcanzando ese saber.
Me pregunto si en un mundo futuro imaginado -como podría ser el de los Supersónicos- en el que hasta el tercer mundo haya una computadora por alumno, seguiría vigente dicha frase. ¿La cambiarán por "abran un archivo en blanco"? Tal vez mantengan la expresión, como hoy seguimos usando "tirar la cadena" cuando en realidad no hacemos más que apretar un botón.
Si fuera por mí preferiría que en un futuro esa frase no tenga más sentido. Ni "saquen una hoja", ni "abran un archivo en blanco", ni nada que se le parezca. Me gustaría pensar que en ese futuro imaginado habremos evolucionado a otro tipo de modalidad: una más horizontal. Una escuela que no se constituya como espacio de reproducción, sino de creación y recreación.
16 abr 2010
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2 comentarios:
Lindo comentario. Por cierto, la institucionalización de la educación exige una calificación, que abre además una cierta competencia entre los iguales, y una desigualdad entre el docente y el estudiante que en cierto punto es falaz. ¿Qué pasaría si se educara en una instancia en la cual todos los estudiantes estuviesen de antemano aprobados? Algo de esto plantea Benjamin Zander en un libro titulado "El arte de lo posible", que recomiendo, al menos para plantearnos algunas preguntas.
Es probable que en cierta instancia, debido a la propia deformación a la cual nos ha llevado el actual sistema educativo, ante una alternativa así muchos dejaran de esforzarse. Esto sería grave en el caso de un médico, por ejemplo, o un ingeniero civil, cuyas calificaciones profesionales funcionan como una suerte de garantía social de capacitación.
Sin embargo, habría que replantear el sentido final de la evaluación, que en la práctica termina posicionándose muchas veces por encima del aprendizaje. Esto es, que el estudiante/alumno realiza los pasos necesarios para aprobar, y no para saber, en tanto el docente califica en función de esta adecuación a la aprobación, y no del verdadero aprendizaje, fraude entonces en el cual las dos instancias, educador y educando, se ponen de acuerdo, y dentro del cual la enseñanza/aprendizaje queda ausente.
De acuerdo. No creo que haya que abolir la evaluación... simplemente que no se transforme en el centro de la educación, y que no sea ese momento de nervios y nada más ("estudio, vomito todo en el examen y después me lo olvido").
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