17 abr 2010

Para una alfabetización multimedial responsable

Creo que una alfabetización multimedial responsable es posible, siempre y cuando -en términos de Area Moreira- su implementación se preocupe por “estimular la reflexión sobre las responsabilidades políticas e instrumentales de la institución escolar ante las transformaciones sociotecnológicas”.

La incorporación de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación no debería pensarse en forma aislada, sino alineada con los objetivos de las escuelas. Para ello, su implementación debería centrarse en la educación y no en la funcionalidad.

Es importante que no se reduzca la alfabetización multimedial a la enseñanza de computación y programas básicos de software, ni tampoco considerar a Internet únicamente como una gran fuente de información. Es necesaria una perspectiva que no conciba a las TIC como meras herramientas sino como objeto de estudio y medios de expresión y producción. Para ello, las nuevas tecnologías deberían sumarse y relacionarse a otros saberes que permitan que los estudiantes investiguen y reflexionen utilizando y comparando distintos tipos de textos.

Habría que fomentar que estos se pregunten sobre las condiciones de producción de los nuevos espacios producto de las nuevas tecnologías: quiénes y como producen saberes en ellos y qué intereses los mueven para hacerlo. También sería interesante que investiguen las problemáticas de sus condiciones de recepción, es decir, los usos de las nuevas tecnologías en las diferentes regiones y sectores sociales para que puedan reflexionar sobre cómo condicionan los factores sociales, económicos, geográficos, políticos y culturales más allá de la presencia o ausencia de una computadora.

Es fundamental que la alfabetización multimedial sepa orientar a los estudiantes a que comprendan todo lo que traen aparejado las nuevas tecnologías de la comunicación y la información.

La integración de las nuevas tecnologías a la escuela, entonces, debe preocuparse por el desarrollo de habilidades no sólo técnicas sino también críticas, reflexivas y creativas. En términos de Área Moreira, deberían estar "más preocupadas por las implicaciones socio-educativas de la tecnología en nuestra sociedad y en el ámbito escolar que interesada solamente en generar conocimiento técnico sobre los procesos educativos desarrollados con tecnologías".

Asimismo, debe entender a la tecnología –así como su producción y consumo- como un objeto propio a analizar constantemente y además de desarrollar la comprensión crítica del estudiante debe incentivar la participación y producción activa por parte de él. Y, por último, debe aprovechar su propio potencial para que mediante la guía del docente el alumno pueda desarrollar una mayor autonomía, así como favorecer la expresión de cada estudiante, y de cada identidad diferente.

Bibliografía: Área Moreira, M., Castro León F., Sanabria Mesa, A. (2000) “¿Tecnología educativa es tecnología y educación? Reflexiones sobre el espacio epistemológico de la Tecnología Educativa en el Área Didáctica y Organización Escolar”, en: Revista Quaderns Digitals, Nº 18.

1 comentario:

Germán A. Serain dijo...

Coincido básicamente con tu comentario. Pero añadiría que algo fundamental en lo relativo a la inclusión de las TICs en la enseñanza es garantizar que ellas se limitarán a ser un complemento a una dimensión que no puede estar ausente, que es la socialización real (física, si se quiere decir de otro modo) de los estudiantes entre sí, con el docente y con el contexto humano. El gran peligro de las TICs es generar alienación, en el sentido de desdibujar grandemente el sentido de alteridad, sobre todo en instancias de aprendizaje/enseñanza aplicadas a personas que por su edad o condición están en plena conformación de sus vínculos relacionales. En este sentido, la escuela, por caso, aporta más desde el nivel relacional, que los TICs necesariamente desdibujan, que desde el nivel de los contenidos explícitos que las currículas sugieren.